Estrategia y táctica son conceptos habitualmente
utilizados. Todos tenemos una idea aproximada de los que significan ambos
términos. La estrategia sería una planificación de acciones a medio plazo, con
el objeto de alcanzar la meta deseada. Táctica, por el contrario, sería la
habilidad para superar misiones concretas. La estrategia juega con tendencias y
futuros, mientras que la táctica tiene en cuenta las circunstancias reales.
El diccionario de la Real Academia nos
ofrece las siguientes acepciones. Táctica: 'Arte que enseña a poner en orden
las cosas. Conjunto de reglas a que se ajustan en su ejecución las operaciones
militares. Sistema especial que se emplea disimulada y hábilmente para conseguir un fin'. Estrategia: 'Arte de dirigir las operaciones militares.
Arte, traza para dirigir un asunto. En un proceso regulable, el conjunto de las
reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento'.
A la dirección de las empresas hay
que exigirle orientación estratégica, pero si no es capaz de llevar a cabo el
día a día las compañías serán sencillamente inviables.
Una empresa necesita de orientación
estratégica para la dirección y de habilidad táctica en su organización.
La orientación estratégica le
indicará hacia dónde evolucionará el mercado y las demandas de los
consumidores, el modelo de empresa al que se quiere llegar o le anticipará
posibles dificultades con el objetivo de poder anticiparse a ellas. Una empresa
sin estrategia ni visión de futuro es como un barco sin rumbo. Esa orientación
estratégica es fundamental. Los empresarios de raza han sido, en muchas
ocasiones, hábiles estrategas que anticiparon el futuro, a la vez que tuvieron
capacidad de organización de personas.
A la dirección de las empresas hay
que exigirles esa orientación estratégica. La táctica debe estar al servicio de
la estrategia. La estrategia es hecha realidad mediante las tácticas concretas
del día a día, del negocio a negocio. Ambas, estrategia y táctica, se precisan
entre sí. Una empresa que no sepa llevar a cabo su estrategia en el día a día
será como un barco con un adecuado sistema de orientación, pero con las velas
rotas y sin gasolina para el motor.
Por el contrario, aquellas compañías
que sólo cuentan con perfiles tácticos, pueden hacer buenos negocios concretos,
pero será difícil que lleguen a articular una gran empresa. Las acciones
cotidianas podrían contraponerse entre sí. Las organizaciones deben tener, por
tanto, perfiles estratégicos y tácticos. Aunque ambos talentos son necesarios
para su buen funcionamiento, los tácticos son imprescindibles. Los estratégicos
se podrían llegar a adquirir del mercado, a través de la consultoría
estratégica. Pero una empresa que no sea capaz de llevar a cabo su día a día
será sencillamente inviable.
El talento estratégico es más
abstracto y complejo que el táctico, que es más práctico y ejecutivo, pero
ambos son necesarios y compatibles.